Internet, libertad de expresión y propiedad intelectual
El jueves 3 de mayo, se llevó a cabo un debate en el Colegio de Abogados con los expositores Eduardo Molina Quiroga, Patricio Lorente y Raúl Martínez Fazzalari.
El debate trató de la regulación de Internet, la libertad de expresión y la propiedad intelectual. En este artículo, se presenta el contexto, algo de historia y la posición de la sociedad actual con respecto a las corporaciones. ¿La industria o la creación cultural?
Según la historia del libro, las primeras escrituras fueron encontradas en pinturas rupestres, es decir, dibujos con significados especiales sobre grandes rocas. Con el paso del tiempo, esto tuvo que ser modificado para poder compartir el conocimiento entre distintas comunidades. Así, los grabados comenzaron a hacerse en arcilla y en madera, hasta que se llegó al papel.
Ya con los pergaminos, portar el conocimiento no representaba un problema mayor. Igualmente, la cantidad de personas que sabían leer y escribir eran pocas. La historia de la imprenta, por su parte, nos cuenta que eran numerosos monjes y frailes los que sabían leer y escribir, pero que solo cumplían la función de copistas. Es decir, duplicaban el contenido de un documento escrito. Esta tarea se realizaba a puño, los texto eran manuscritos y se necesitaba mucho tiempo para duplicar una obra completa. Ya para el siglo XIX la producción de textos se volvió un proceso mecánico, que alcanzó volúmenes de industria.
Situándonos aproximadamente en los 80′ o 90′, cuando no todas las personas tenían acceso a Internet, y dejando de lado por un momento a los grandes pensadores y artistas reconocidos, la única forma de realizar una obra y compartirla con el resto del mundo era a través de un acuerdo con una editorial.
Patricio Lorente –Presidente de Wikimedia Argentina– relató que en su infancia, cada pueblo tenía locales en los que se fabricaba hielo: un negocio totalmente válido y rentable. ¿Qué pasó con estas empresas? Fabricantes dedicados a la producción en masa de dispositivos de hogar inventaron las heladeras con congelador o frezeer y, así, finalizó la industria del hielo.
¿Que diferencia hay entre el hielo y el libro?
Desde el punto de vista del consumidor, el objeto simplemente satisface una necesidad o brinda un beneficio. Desde el punto de vista del productor, el último requiere mayor capacidad intelectual que el primero. Aquí vale aclarar que en el Derecho, la propiedad intelectual está dividida en dos partes: los derechos de autor y los derechos de explotación de la obra.
Los derechos de autor respetan la capacidad intelectual, cualidad que no se comprar y cuyo valor pasa por el reconocimiento. Nadie puede ser un gran filósofo si no comparte sus ideas. Nadie puede ser un gran músico si solamente toca en su habitación, pero nadie puede vivir del aire.
Sin entrar en detalles sobre las ganancias de los músicos, escritores y directores, no cabe duda de que el monto no es equitativo con respecto a las ganancias producidas por las editoriales.
Según confesó el cantautor Iván Noble en una entrevista de televisión, de los 25 pesos que cuesta su disco original, él sólo recibe 1 peso con cincuenta, esto quiere decir el 6% del valor en su punto de venta.
¿Cómo entra Internet en este juego de producción y creación? Como bien mencionaron los expositores:
Internet es la mejor máquina de copiar.
Con el concepto de web 2.0, cualquier persona tiene derecho a publicar, es decir, todos tenemos la posibilidad de utilizar nuestra libertad de expresión sin la necesidad de recurrir a una compañía discográfica o a una editorial.
Otra cosa a tener en cuenta es que la experiencia de ir al cine, de leer un libro original, o de ir a un recital no se pueden comparar con una copia clandestina del material.
En el debate se presentó una estadística que revela que a pesar de la piratería, en el 2011 la gente visitó más el cine. Es decir que la industria de la música, de los libros o del cine no llegó a su fin. La industria necesita un cambio e Internet tiene que ser una aliada en este nuevo modelo de negocio.